Hace veinte años, siendo instructor de Residentes envié una carta al correo de lectores de Ludovica Pediátrica (Vol 2 Otoño 2000) que titulé “Moratoria Adolescente o trampa del facilismo?”. Hacía alusión clara al “horario de verano de los residentes”, que afectaba y resentía fundamentalmente la actividad docente. Hoy descubro con asombro otra novedad regresiva, los residentes se retiran del hospital a la mañana luego de la guardia, otro rasgo característico de moratoria adolescente. Quiero recordar que el estudio no es diversión, no es recreo, no es pasatiempo. Es una disciplina de la mente y una firme decisión de la voluntad que exige un esfuerzo continuo y sostenido. El placer que proporciona está en relación al ascenso de un camino que conduce hacia el logro de una alta meta final. Alcanzar esta meta, involucra trabajo y muchos renunciamientos. Tal vez a frivolidades sobrevaluadas en esta etapa de la vida, pero que bien miradas, en definitiva, son triviales frente a la necesidad de construir un destino personal. Educarse es ser paciente y demostrar voluntad de perfeccionamiento a través de un proceso de autoexigencia y de asunción de responsabilidades. El facilismo en cambio, invita a seguir la línea del menor esfuerzo, niega la necesidad de continuar trabajando luego de la guardia, descalifica al instructor, es, en definitiva el paradigma de la demagogia. El rigor y el esfuerzo son las armas para salir de esta “nueva regresión”