Actualmente, la innovación está en la agenda de diferentes actores del sistema de salud. Tanto empresas privadas como pequeños desarrolladores, pagadores y reguladores interpretan de manera creciente a la innovación como un componente esencial de su desarrollo. Cada uno de los interesados debe identificar el aspecto innovador de un nuevo producto o desarrollo en relación a su área de competencia. Aun cuando no exista una definición consensuada sobre innovación, se entiende que ésta -a diferencia de la invención- se refiere a la transformación de una buena idea en una solución práctica. En este sentido, la implementación de una innovación requiere de la adopción (decisión) y de la aplicabilidad, sustentadas no solamente en los atributos del desarrollo en sí, sino también en las características de los proveedores, usuarios y organizaciones adoptantes, y en las del ambiente externo. Muchas veces, las agencias reguladoras se enfrentan a las innovaciones con normativas que resultan obsoletas o insuficientes, y con mayor grado de incerteza respecto de su desempeño. La interacción temprana entre los desarrolladores y equipos multidisciplinarios establecidos a tal fin en las agencias reguladoras puede resultar un instrumento fundamental a los fines de acortar los plazos de evaluación y registro, y de establecer mecanismos adecuados de evaluación de calidad. La participación de la comunidad tanto en la adopción como en la vigilancia de desarrollos innovadores completa el proceso de definición de sus potenciales usos y roles.