Rev. colomb. cardiol; 26 (4), 2019
Publication year: 2019
Resumen Introducción:
la hipertensión arterial es responsable de gran parte de la carga de enfermedad cardiovascular; sin embargo, el papel del sueño en su etiología aun es controversial. Objetivo:
determinar la asociación entre atributos del sueño y cambio de la presión arterial. Métodos:
estudio de cohorte prospectiva, de base comunitaria, en adultos jóvenes asintomáticos para enfermedad cardiovascular, seguidos por 12,4 años. En la línea de base se determinaron factores sociodemográficos y del comportamiento, y se caracterizó el sueño nocturno usual en términos de calidad, duración y presencia de ronquido. Se realizó medición estandarizada de índices antropométricos y presión arterial. La hipertensión arterial se definió como reporte de tratamiento antihipertensivo o cifras de presión arterial ≥140/90 mm Hg. Resultados:
se evaluaron de manera prospectiva 1.032 participantes (media de edad: 36,8 años, 64% hombres; en la línea de base). La incidencia de hipertensión arterial fue de 15,1% (IC95%: 12,8 - 17,4), con evidencia de mayor riesgo en los roncadores, atenuado posteriormente al ajuste por adiposidad (p>0,05). Se observó un gradiente entre la duración del sueño y el cambio en la presión arterial sistólica/diastólica (2,2/1,3 mm Hg en quienes reportaron 6-8 horas/día y 2,7/1,6 mm Hg en quienes reportaron > 8 horas/día, respecto a < 6 horas/día). Ni la calidad subjetiva del sueño ni el reporte de siesta se asociaron con la presión arterial. Conclusión:
los resultados sugieren que la duración prolongada del sueño podría incrementar la presión arterial en la población.
Abstract Introduction:
Arterial hypertension is responsible for large part of the cardiovascular disease load. However, the role of sleep in its aetiology remains controversial. Objective:
To determine the relationship between sleep attributes and the change in blood pressure. Methods:
A prospective cohort study was carried out on a community basis in young adults asymptomatic for cardiovascular disease, followed up for 12.4 years. At baseline, sociodemographic and behavioural factors were determined. At the same, time nocturnal sleep was characterised in terms of quality, duration and presence of snoring. Standardised anthropometric indices and blood pressure were measured. Arterial hypertension was defined as a report of anti-hypertension treatment or blood pressure figures ≥140/90 mm Hg. Results:
A total of 1,032 participants were prospectively evaluated (mean age 36.8 years, 64% males; at baseline). The incidence of arterial hypertension was 15.1% (95% CI: 12.8 - 17. 4), with evidence of a higher risk in snorers, with a subsequent reduction on adjusting for adiposity (P>.05). A gradient was observed between the duration of sleep and the change in systolic/diastolic arterial pressure (2.2/1.3 mmHg in those who reported 6-8 hours/day, and 2.7/1.6 mmHg in those who reported > 8 hours/day, compared to < 6 horas/day). Neither the subjective quality of the sleep nor the report of a siesta was associated with the blood pressure. Conclusion:
The results suggest that the prolonged duration of sleep could increase blood pressure in the population.