Rev. ecuat. pediatr; 22 (1), 2021
Publication year: 2021
Introducción:
Los virus de RNA son conocidos por tener altas tasas de variabilidad genética. El SARS-CoV-2 ha producido diversas variantes en la actualidad que pueden cambiar la presentación clínica. Se presenta el primer caso clínico de la variante B.1.1.7 con estado clínico crítico en un paciente pediátrico y nos alerta sobre la vigilancia de nuevas variantes y la relación de casos críticos en pacientes pediátricos.
Caso clínico:
Paciente pediátrica con antecedente de parálisis cerebral infantil, atrofia subcortical severa completa, síndrome de Lennox-Gastaut y neumonía recurrente. Presentó una evolución tórpida con necesidad de terapia intensiva por SDRA en relación con la variante B 1.1.7 del SARS-CoV-2.
Evolución:
Inicialmente fue atendido en un hospital privado, en el cual debido al SDRA necesitó de cuidados intensivos, fue trasladado a un hospital público en el cual posterior a 38 días fue dada de alta por evolución favorable de su cuadro infeccioso.
Conclusión:
Las nuevas variantes de SARS-CoV-2 pueden mostrar nuevos comportamientos clínicos. A pesar de los antecedentes del paciente estudiado, no se había observado previamente una evolución clínica hacia síntomas graves en pacientes pediátricos con COVID-19. Eso podría estar relacionado con la infección por SARS-CoV-2 variante B.1.1.7 que presentó este paciente.
Introduction:
RNA viruses are known to have a high genetic variability. To date, SARS-CoV-2 has produced several variants that can change the clinical presentation of COVID-19. The first clinical case of variant B.1.1.7 with a critical clinical status in a pediatric patient is presented. It indicates that surveillance of new variants and their relationship to critical cases in pediatric patients are required.
Clinical case:
A pediatric patient with a history of infantile cerebral palsy, complete severe subcortical atrophy, Lennox−Gastaut syndrome, and recurrent pneumonia. She had a slow evolution requiring intensive therapy for acute respiratory distress syndrome (ARDS) that was related to SARS-CoV-2 variant B 1.1.7.
Evolution:
Initially, she was treated at a private hospital because she required intensive care due to ARDS, and she was then transferred to a public hospital. She was discharged after 35 days due to a favorable evolution of her infectious etiology.
Conclusions:
New SARS-CoV-2 variants may show new clinical behaviors. Despite this patient’s history, a clinical course towards severe symptoms had not been previously observed in pediatric patients with COVID-19. The severe symptoms could be related to the SARS-CoV-2 variant B.1.1.7 infection in this patient.