Alteraciones en la salud mental materna como factor de riesgo para trastorno del espectro autista
Maternal mental health disorders as a risk factor for autism spectrum disorder

Rev. psiquiatr. clín. (Santiago de Chile); 56 (1/2), 2008
Publication year: 2008

El trastorno del espectro autista (TEA) es un síndrome multifactorial difícil de determinar. Se diagnostica a los 36 meses y está caracterizado por dificultades a nivel comunicacional, interacción social y conductas o actividades restringidas, repetidas y estereotipadas. Evidencias neuroanátomicas, exposición a teratógenos y diferencias de comportamiento en etapas tempranas sugieren que la neurobiología del TEA comienza durante el periodo intrauterino. Su desarrollo presenta componentes biológicos y ambientales. Estos últimos han sido menos estudiados, debido a los múltiples factores de gestación a que puede estar expuesto el feto, tal como diabetes gestacional materna, hipertensión, proteinuria, preclampsia, estado nutricional y exposición a contaminantes. Adicionalmente, existen estudios que han relacionado la salud mental de la madre con el diagnóstico de TEA –hipótesis abordada en este trabajo–, puesto a que es un factor ambiental modificable en etapas tempranas su debida intervención podría prevenir el trastorno de desarrollo en las futuras generaciones o entregar evidencia para un diagnóstico temprano y, por ende, intervención. A pesar de los intentos por corroborar dicha conjetura, las inconsistencias de los resultados y las diferentes metodologías para estudiar los factores ambientales del TEA son un desafío para llegar a soluciones sólidas. Aún así, determinar factores de riesgo prenatal o en etapas tempranas sería crítico para la prevención o incluso mitigación del TEA.
The autism spectrum disorders (ASD) is a multifactorial syndrome hard to determinate. It is diagnosed at 36 months and is characterized by communication difficulties, social interaction and restricted, repeated and stereotyped behaviors or activities. Neuroanatomical evidence, exposure to teratogens, and behavioral differences in early stages suggest that neurobiology of ASD begins during the intrauterine period. Its development has biological and environmental components. The last component have been less studied because of the multiple gestational factors that the fetus may be exposed, for example maternal gestational diabetes, hypertension, proteinuria, pre-eclampsia, nutritional status and exposure to contaminants. Additionally, there are studies that have related the maternal mental health with the diagnosis of ASD -hypothesis of this work- as a modifiable environmental factor in the early stages. Their appropriate intervention could prevent the developmental disorder in the future generations or could provide evidence for an early diagnosis, and therefore, intervention. In spite of attempts to corroborate this conjecture, the inconsistencies of the results and the different methodologies that studying the environmental factors of the ASD have become into a challenge to reach solid solutions. Even so, determining prenatal or early risk factors could be critical for the prevention or even mitigation of ASD

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