La inmunidad más allá de las ciencias médicas y biológicas
Immunity beyond the medical and biological sciences

Rev. Asoc. Med. Bahía Blanca; 33 (2), 2023; 33 (2), 2023
Publication year: 2023

El contexto socio-cultural actual, con su vertiginoso indi¬vidualismo y cada vez más alejado de lo colectivo, nos exige ejercitar la bioética y reflexionar sobre la lógica inmunitaria y la teoría del sistema inmunitario.

La división siempre fue igual:

blanco/negro, el bien/el mal, anticuerpo/antígeno, normal/patológico, occidente/oriente, civilización/barbarie, gen/proteína, y la lista es inagotable. Desde la lógica inmunitaria estas asociaciones se sintetizan en el par dicotómico vertical lo propio/lo no propio, donde el cuerpo humano biologizado (o biomedicalizado) representaría lo propio, que debe protegerse de lo considerado no propio, como podría ser un microorganismo o un cáncer. ¿De qué hablamos cuando hablamos de inmunidad? Depende. En la sinopsis del libro de divulgación científica Qué es el sistema inmune, escrito por Gabriel Rabinovich y Jorge Geffner, se anuncia (2014): “Sin que nos demos cuenta, nuestro organismo es un territorio en el que día y noche se desarrollan batallas épicas. Se producen en la intimidad de nuestros tejidos, y con armas más versátiles y efectivas que ninguna de las diseñadas por la industria bélica. Las protagoniza el sistema inmune, que distingue lo propio de lo extraño, nos protege de microorganis¬mos patógenos y descarta errores en la cadena de producción de las células (1)”. En otro sentido, en la solapa del libro Immunitas. Protec¬ción y negación de la vida de Roberto Espósito se lee (2009): “La inmunidad preserva la comunidad al tiempo que la debilita”.

La fisiología del sistema inmunológico obedece a una lógica contradictoria:

"la vida busca afirmase en aquello que la niega" (2). Es decir, para sobrevivir, conservar, proliferar y potenciar lo propio, se necesita de lo extraño. ¿Quién se puede negar a proteger lo que es de uno (tu cuerpo, tu casa, tu renta, tu país)? "Lo no propio” representa la esencia de la categoría "enfermedad" y se establece como ejemplar predilecto del discurso inmunitario, habiendo evo¬lucionado en sentido común. El sentido común, la obviedad vacía, materializa las re¬presentaciones del vulgo y produce un ethos mediado por el discurso biomédico con el objetivo de cosificar y colocar a las personas bajo la órbita comercial, donde “lo no propio” y la “enfermedad” funcionan como dispositivo espectacular de valor agregado. En este sentido, Donna Haraway sostiene: “Dirijo mi atención principalmente hacia ese polimorfo y poderosos objeto de fe, conocimiento y práctica llamado sistema inmunitario. Mi tesis es que el Sistema Inmunitario es un elaborado ícono para sistemas clave de “diferenciación” simbólica y material en el capitalismo tardío. Preeminente¬mente un objeto del siglo veinte, el Sistema Inmunitario es un mapa dibujado para guiar el reconocimiento y el desconoci¬miento del sí mismo y del otro en la dialéctica de la política occidental (Haraway en Esposito, 2009).” Este rasgo esencial del Sistema Inmune (lo no propio) se encuadra en el hábito de designar a las instituciones y a los eventos culturales como conceptos médico-biológicos y calificarlos en términos de moralidad, siempre en pares dicotómicos verticales, donde lo “mejor/peor” o “superior/inferior” es el sustrato favorito para fabricar conceptos aso¬ciados a ellos, en este caso “lo propio/lo no propio” (3, 4). La naturaleza del mecanismo inmunitario es una teoría, devenida verdad, cuya atracción para el estudiantado y su facilidad para estudiarla y comprenderla proviene de la dicotomía axiológica “lo propio y lo no propio” y desde la metáfora bélica. El problema surge cuando ―televisión de por medio― se produce el pasaje de verdades (conceptos) médicas a la comunidad, porque la sociedad y el espectáculo encuentran en el fascinante discurso médico su argumentación teórica (5). Ahora bien, imaginemos la siguiente definición: El Sistema Inmunitario se encarga de reconocer e incluir lo no propio, para interactuar con lo propio y fortalecerse. El contenido y el mecanismo fisiológico es el mismo; sólo cambió el discurso y, por ende, el significado. Lamentablemente, para que “la cosa funcione” el discurso inmunitario debe ser el de siempre: el de una batalla, y si es épica mejor.

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