En la actualidad, el cáncer de mama continúa siendo una enfermedad de gran impacto a nivel mundial, afectando a un número significativo de mujeres. A pesar de los avances en detección, diagnóstico y tratamiento, la búsqueda de soluciones más eficaces y precisas sigue siendo una prioridad. En este contexto, la Inteligencia Artificial (IA) emerge como una herramienta transformadora que promete revolucionar la forma en que abordamos esta enfermedad devastadora. Es el concepto desarrollado por la OMS en el 2019 de Inteligencia Aumentada, que surge de la sumatoria de la inteligencia humana más la inteligencia artificial.1 Los escenarios en donde la IA tiene y tendrá un rol clave son múltiples y van desde la prevención, la detección precoz, el diagnóstico por imágenes, el diagnóstico histopatológico especialmente a través de la patología digital y en el tratamiento. La IA tiene un rol al presente en la cirugía (con robots asistidos por IA), la radioterapia, y en la guía de los diversos tratamientos, tal como podemos ver con el reconocido software de IBM “Watson for Oncology”