Los intereses creados
The bonds of interest
Acta méd. colomb; 40 (4), 2015
Publication year: 2015
En 1936, al estallar la guerra civil española, Don Jacinto Benavente y Martínez, premio
Nobel de literatura en 1922 (1), fue evacuado de Madrid a Valencia, en donde el legítimo
gobierno republicano había instalado la capital luego del alzamiento de los nacionalistas de
Franco. Allí permanecería hasta la victoria del bando sublevado en 1939. En el intervalo,
en una entrevista que concedió en 1938 al diario comunista francés L’Humanité, declaró
que preferiría “caer de inanición, o morir aplastado por las bombas, antes que postrarse
a los pies de los invasores”. Sin embargo, en 1939, cuando llegaron “los invasores”,
Benavente esperó con aire digno el ingreso triunfal a la ciudad del General Aranda, director
del Cuerpo de Ejército de Galicia, y al verlo se le abrazó trémulo diciéndole: “¡Ya sabe
usted, mi general!, ¡me obligaron!, ¡me obligaron!” (2). Lo cierto es que, con 70 años y
siendo ya proverbial su ambigüedad política, había tratado durante esos años de la guerra
civil de congraciarse con los republicanos acomodándose a cualquiera de los partidos
políticos que permanecieron fieles a la República, pero, puesto que los comunistas y los
socialistas contaban en sus filas con suficientes figuras intelectuales como para querer a
su lado al ambiguo Benavente, este tuvo que limitarse a colaborar, esto sí abiertamente,
con la prensa anarquista.