Rev. colomb. psiquiatr; 43 (2), 2014
Publication year: 2014
Introducción:
La atención psicosocial y el tratamiento de mantenimiento con metadona (TMM) son las estrategias preferidas para el manejo de adictos a heroína, pero los resultados siguen siendo insatisfactorios, lo que justifica la búsqueda e intervención sobre los factores que influyen en la respuesta al tratamiento. Métodos:
Con el propósito de determinar la contribución de una serie de variables demográficas, clínicas y genéticas en las concentraciones séricas y la respuesta a la metadona, estudiamos a pacientes del TMM que estuvieran recibiendo metadona con supervisión y sin cambios en las dosis por lo menos durante las últimas 2 semanas. Se les registró edad, sexo, índice de masa corporal (IMC), tiempo de abuso de heroína, adicción a otras drogas, antecedentes delictivos, dosis diaria actual de metadona, tiempo de permanencia en el TMM, comorbilidad y comedicación. Se les tomaron muestras de sangre para determinar concentraciones séricas de metadona racémica y sus enantiómeros R-y S-, y para la tipificación de alelos candidatos de los genes POR, CYP2B6, ABCB1, GRIN1, OPRM1, SLC6A3, DßH y ARRB2, todos ellos asociados con el metabolismo, la distribución tisular y el mecanismo de acción de la metadona. La cuantificación de metadona se hizo mediante HPLC-DAD y la detección de los marcadores genéticos por los métodos de PCR en tiempo real y VNTR. Resultados:
Se incluyó a 80 personas de 23,5 ± 5a nos (el 86% varones), todos policonsumidores de sustancias adictivas, el 60% con antecedentes delictivos, con 5,1 ± 2,9 años de consumo de heroína y 5,3 ± 4 meses de ingreso al TMM, con 41 ± 12 mg/día de meta-dona tomada con supervisión. Las concentraciones valle de RS-, R-y S-metadona fueron, respectivamente, 168 ± 77, 84 ± 40 y 84 ± 42 ng/ml. Todos los genotipos estuvieron en equilibrio de Hardy-Weinberg. Las dos pruebas de orina fueron negativas para heroína en el 61,3% (49/80) de los voluntarios; el descenso en el consumo de cocaína/basuco fue del 83%; el de marihuana, del 30% y el de otros psicoactivos (inhalantes, benzodiacepinas, anfetaminas) bajó a cero, mientras el consumo de tabaco permaneció en el 93,5% (75/80). Las concentraciones de metadona racémica y sus enantiómeros se correlacionaron significativamente con las dosis diaria del fármaco, pero ninguna de las demás variables demográficas, clínicas o genéticas incidió en la concentración sérica de metadona. En cuanto a los resultados del TMM, los no consumidores y los consumidores ocasionales de heroína, así como los que abandonaron el consumo de otros psicoactivos y los que no, tuvieron características similares con respecto a las variables demográficas, genéticas y clínicas, incluidas las concentraciones sanguíneas de metadona, con excepción de los individuos que no disminuyeron el consumo de otros psicoactivos distintos de heroína, quienes tuvieron significativamente (p = 0,03) mayores concentraciones sanguíneas de S-metadona que quienes sí abandonaron el consumo. Conclusiones:
Hubo importante reducción en los consumos de heroína y otros psicoactivos y reinserción social de los pacientes; sin embargo, la amplia superposición entre las dosis efectivas e inefectivas de metadona apunta a la presencia de variables personales y sociales que trascienden el simple manejo farmacológico y probablemente deban ser abordadas con más éxito desde lo psicosocial, particularmente en lo que tiene que ver con la identificación y superación de las experiencias detonantes de recaídas y con ciertos rasgos del paciente, tales como su nivel de estrés psicológico o sus trastornos psiquiátricos.
Background:
Psychosocial care and methadone maintenance treatment (MMT) are the preferred strategies for the management of heroin addicts, but the results are still unsa-tisfactory, justifying the search and intervention of the factors influencing the response to treatment. Methodology:
In order to determine the contribution of demographic, clinical and genetic variables on serum concentrations and response to methadone, we investigated patients on MMT, who were receiving methadone in supervised and unchanged doses at least during the previous two weeks. The age, gender, body mass index (BMI), duration of heroin abuse, addiction to other drugs, criminal background, current daily methadone doses, time spent in the TMM, comorbidity and concomitant medication were recorded. Blood samples were taken for the determination of serum levels of racemic methadone and its R and S-enantiomers, and for typing of candidate alleles of POR, CYP2B6, ABCB1, GRIN1, OPRM1, SLC6A3, DßH and ARRB2 genes, all associated with the metabolism, tissue distribution and mechanism of action of methadone. Methadone quantification was by HPLC-DAD, and the detection of genetic markers by Real Time PCR and VNTR methods. Results:
A total of 80 subject volunteers were enrolled, with a mean age of 23.5 (5) years (86% male), all of them were addicts of multiple drugs, 60% with a criminal background, 5.1 (2.9) years taking heroin, and 5.3 (4) months on MMT, and taking a supervised dose of 41 (12) mg/day methadone. The (R), (S) and (R, S) methadone enantiomer trough plasma levels were, 84 (40), 84 (42), and 168 (77) ng/mL, respectively. All genotypes were in Hardy-Weinberg equilibrium. The two urine tests were negative for heroin in 61.3% (49/80) of the volunteers, the decline in cocaine/crack use was 83%, 30% of marijuana, and other psychoactives (inhalants, benzodiazepines, amphetamines) decreased to zero, while the consumption of snuff remained at 93.5% (75/80). Blood concentrations of racemic methadone and its enantiomers were significantly associated with the dose/day of the medication, but none of the other demographic, clinical or genetic variables impacted on serum levels of methadone. As for the results of the MMT, non-users and occasional users of heroin, as well as those who stopped taking other psychoactive drugs, and the ones who did not, were similar as regards the demographic, genetic and clinical variables. This included the blood metahdone concentrations, except for individuals who did not reduce their consumption of other psychoactives other than heroin, who had significantly (P = .03) higher blood levels of S-methadone, compared with those who did stop taking them. Conclusions:
There was a significant reduction in the consumption of heroin and other psychoactives, and social rehabilitation of patients. However, the extensive overlap between effective and ineffective doses of methadone suggests the presence of personal and social variables that transcend the simple pharmacological management. These probably need to be addressed more successfully from the psychosocial features, particularly as regards to identifying and overcoming relapse-trigger experiences, as well as certain features of the patient, such as their psychological distress level or their psychiatric disorders.