Seguridad nacional y salud pública
National security and public health

Rev. cuba. salud pública; 40 (4), 2014
Publication year: 2014

Originalmente se trataba como seguridad nacional lo relativo a la defensa del país, de su soberanía, sus fronteras, su territorio. Era un asunto de la esfera militar. Sin abandonar esta idea, que sigue dominando sobre otras, el concepto ha avanzado hasta incluir nuevos elementos importantes como la seguridad alimentaria, el crecimiento de la población, considera también las migraciones, el cambio climático, los desastres naturales y antropogénicos, las comunicaciones, la información y la salud. Repasemos el componente salud de la seguridad nacional. Aparece como prioridad la prevención y contención de epidemias. Una gran epidemia, de rápida expansión, millares de casos, defunciones, alto costo económico por el ausentismo laboral que origina y gasto en la asistencia a enfermos, además del costo en sufrimiento humano y malestar social que llegan a provocar inestabilidad en el orden político, es un problema de seguridad nacional. El riesgo de epidemias desastrosas ha generado un complejo sistema global para su detección y manejo tempranos. La última epidemia que se desarrolló sin mecanismos de control sanitario efectivos y provocó millones de enfermos y defunciones fue la de influenza, que se recuerda como gripe española, al finalizar la llamada primera guerra mundial. Los mecanismos de defensa ante las epidemias pueden ser eficaces. Vigilancia epidemiológica que permite anticipar la llegada del evento, diagnosticar cuanto antes los primeros casos y desencadenar de inmediato las medidas pertinentes de contención y control.

Estas medidas varían mucho según sea el mecanismo de transmisión de la enfermedad:

el agua y los alimentos, vectores o aérea. De ciertas plagas ya estamos libres los cubanos, se han eliminado del país mediante vacunas, la viruela (erradicada), la poliomielitis, el sarampión, la difteria y otras están controladas. También se eliminó la malaria o paludismo. La eliminación de enfermedades transmitidas por vectores sigue siendo un reto para nuestro sistema sanitario. El control y liquidación de una epidemia de magnitud importante rebasa las posibilidades de acción de la autoridad sanitaria, que ejercerá la dirección técnica pero se necesita una fuerte participación de todos los sectores de Gobierno y la sociedad civil, así como la acción individual y colectiva de la población. Esto último demanda una intervención consecuente de los medios de comunicación respecto a la población. Cuando se advierte y educa a la población no debe exagerarse el riesgo, no hay que recurrir al terrorismo mediático. Esto lo vimos en la epidemia de influenza por el virus A (H1N1). En este número se puede consultar al respecto el artículo "El asunto Tamiflú/Ralenza y la salud pública. Algunas lecciones para la decisión y la ética". La cobertura de nuestro servicio de salud nos protege en cuanto a la magnitud y el impacto de las epidemias, como lo hace también en caso de desastres naturales o antropogénicos. Sobre todo integrándose a las acciones lideradas por la Defensa Civil en el frecuente enfrentamiento a las tormentas tropicales; en este campo se atesora una gran experiencia nacional. En estrecha relación con el sistema y los servicios de salud está el problema del crecimiento de la población. Las bajas tasas de fecundidad sostenidas por años a niveles muy bajos no aseguran el reemplazo de la población del país. Varios años, el monto de nuestra población es menor al final del año que al principio. Sin anunciar catástrofe esto constituye uno de los principales y más complejos problemas demográficos a los que se deberán enfrentar los cubanos de la presente y futuras generaciones. Este fenómeno ha ocurrido en otras sociedades y no han podido en esos casos recuperar la fecundidad, recurren a la emigración, es lo que hemos visto en Europa, aunque ahora la crisis múltiple que los afecta, sobre todo de valores ético-sociales los lleva a repudiar a los emigrantes. Este es un importante problema de nuestra seguridad nacional.

En otros asuntos también se involucra el sector salud:

seguridad alimentaria, contaminación ambiental, narcotráfico, hasta la penetración cultural e ideológica. Las fortalezas del sistema y los servicios de salud para dar respuesta los problemas de seguridad nacional en Cuba son notables, su mayor fortaleza se encuentra en su modelo de atención primaria de salud, el del médico y la enfermera de familia, el primero de ellos especialista en medicina general integral. Este modelo a mostrado su validez ante epidemias, desastres, agresiones y crisis económica. La atención primaria de salud en Cuba es un bastión de la seguridad nacional(AU)

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