La Medicina no es una ciencia exacta, es una praxis fundamentada en la ciencia, pero a diferencia de ésta, que trata de encontrar leyes generales, la Medicina se enfrenta a casos particulares, en los cuales participan numerosas variables que no es posible controlar y en los que el médico utilizando información imprecisa debe tomar decisiones precisas. La Medicina no puede reducirse a la aplicación del conocimiento y técnicas especializadas ni puede guiarse por parámetros fijos como pueden hacerlo las ciencias naturales. En este sentido, la Medicina es también un arte que se desarrolla a través de una relación humana y no precisamente simétrica. El paciente y el médico son desiguales en más de un sentido; uno está enfermo y vulnerable, el otro tiene el poder que le otorga su saber sobre la enfermedad.

Mi actividad profesional se enmarca en diversas áreas de la práctica médica:

la asistencia, enseñanza e investigación clínica en el Sector Salud, la práctica privada y el desarrollo de estrategias educativas para pacientes, con particular énfasis en diabetes. Las reflexiones incluidas en este artículo son producto del cuestionamiento que se deriva de las contradicciones a las cuales cotidianamente nos enfrentamos entre el conocimiento médico y la realidad del ser humano, particularmente de aquel que padece alguna enfermedad crónica y que nos hace depositarios de su confianza...