Reducing automobile traffic: an urgent policy for health promotion
La reducción del tráfico de automóviles: una política urgente de promoción de la salud

Rev. panam. salud pública; 3 (4), 1998
Publication year: 1998

In recent decades traffic injuries have become a leading cause of death and disability the world over. In congested urban areas, the noise and emissions from vehicle engines cause discomfort and disease. More than one billion people are exposed daily to harmful levels of atmospheric contamination. Because internal combustion generates carbon dioxide (CO2), the automobile is a principal contributor to the greenhouse effect, which has significantly raised the temperature of the atmosphere. Scientists anticipate that in coming decades the greenhouse effect will produce alterations in climate that are very likely to be harmful and possibly catastrophic. Meanwhile, burgeoning traffic and rural and urban highway infrastructures are already among the principal causes of environmental degradation. Urban development, because it is nearly always "planned" to accommodate automobiles rather than people, reduces the quality of life and tears the social fabric. In contrast to private automobiles, public transportation, bicycles, and walking produce little environmental contamination or injury-related morbidity and mortality. These modes of transport involve more physical activity, with its positive health effects, and avoid contributing to the greenhouse effect. The reduction of automobile traffic and substitution of alternative modes of transport are essential policies for health promotion. They should be incorporated in "healthy cities" programs and general economic policies
En las últimas décadas, las lesiones de tráfico se han convertido en una de las primeras causas de muerte y discapacidad en todo el mundo. En las zonas urbanas la congestión, el ruido y las emisiones de los motores de los vehículos causan molestias subjetivas y efectos patológicos detectables. Más de mil millones de personas están expuestas a niveles de contaminación atmosférica nocivos. Por su motor de combustión que genera dióxido de carbono (CO2), el automóvil es una de las fuentes principales de gases inductores del efecto invernadero. Este efecto ha generado ya un incremento de la temperatura media atmosférica y se estima que producirá en los próximos decenios alteraciones climáticas significativas de consecuencias inciertas, pero muy probablemente nocivas y posiblemente catastróficas. Independientemente del efecto invernadero, el crecimiento constante del parque automovilístico, del tráfico y de la infraestructura viaria urbana y rural es hoy una de las causas principales de la degradación del ambiente. El desarrollo urbano, casi siempre “planificado” en función del tráfico y no de las personas, hace que empeore significativamente la calidad de la vida, a la vez que fractura el tejido social. Frente al automóvil privado, el transporte público o en bicicleta y el desplazamiento a pie contribuyen a reducir la contaminación, la congestión y el volumen de tráfico, así como la morbilidad y mortalidad por lesiones y por enfermedades relacionadas con la contaminación. El transporte no automovilístico promueve también la actividad física —con un efecto de mejora general de la salud— y contribuye a aminorar el efecto invernadero. La reducción del volumen de tráfico y el impulso de métodos alternativos de transporte son así una política integral de promoción de la salud que ha de incorporarse en el movimiento de ciudades saludables, así como en las políticas de transporte y en la política económica en general.

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