Rev. psiquiatr. (Santiago de Chile); 6 (2), 1989
Publication year: 1989
El nacimiento de la psiquiatría social aparece vinculado a tres hechos trascendentales:
el descubrimiento de los psicofármacos, el cuestionamiento del postulado del carácter incomprensible de los fenómenos delirantes y el deseo de reparar abusos cometidos por la psiquiatría nazi en la persona de los enfermos mentales crónicos. Por otra parte, la antipsiquiatría significó, a pesar de sus debilidades teóricas, un nuevo impulso para el desarrollo de la psiquiatría social, así como una suerte de reflexión ética sobre la posición del enfermo mental en la sociedad moderna. El autor demuestra como en Chile todavía persisten condiciones anteriores a la aparición de la psiquiatría social y la antipsiquiatría:
el déficit de camas es abismante y la insuficiencia de los servicios de atención de enfermos agudos lleva necesariamente a un aumento de la patología crónica; ambos factores determinan luego un alza tanto de la suicidalidad como de la criminalidad vinculadas a la enfermedad mental. Con respecto al proceso rehabilitador mismo y sus implicancias éticas, el autor sostiene una necesidad de la reflexión más profunda sobre la personalidad y el mundo de las respesctivas enfermedades que pueden llevar a la cronicidad. Así, parecería innecesario rehabilitar al depresivo hacia el trabajo y al esquizofrénico hacia el ocio; habría que hacer más bien lo contrario. Pero tampoco basta con tomar en cuenta los respectivos puntos débiles de cada patología. También es importante el trabajo hacia el cual se oriente al enfermo. Así, si queremos respetar verdaderamente al esquizofrénico, deberemos rehabilitarlo hacia actividades que correspondan con su modo de ser, como por ejemplo el arte y la agricultura. El primero le ofrece un campo propicio a su imaginación y a su sensibilidad, mientras la segunda -por su particular temporalidad- le permite un marco mucho más adecuado a su tendencia a vivir al margen del tiempo que el comercio y la industria. Respetar los valores y la estructura misma de la respectiva capacidad laboral de cada enfermo es también una forma de hacer psiquiatría ética