El alcohol y las drogas que generan dependencia, tienen efectos deletéreos sobre el sistema cardiovascular tanto por acción tóxica directa como por agravar o potenciar las alteraciones subyacentes que forman parte de la patología prevalente en adultos expuestos a estos riesgos de adicción. El diagnóstico diferencial es esencial para tomar las medidas correctoras que, en todo caso, prevengan los efectos cardiovasculares de su consumo y disminuyan el riesgo de agravación de las cardiopatías de base asociadas, fundamentalmente por su trascendencia, las alteraciones dependientes de la cardiopatía coronaria. Especialmente respecto al alcoholismo, y dadas las consecuencias de la promoción y de la liberalización de su ingesta por los eventuales beneficios preventivos de su uso controlado, debe mirarse con reservas la supuesta evidencia epidemiológica que preconiza su indicación profiláctica en la cardiopatía ateroesclerótica, como no resiste toda lógica la indicación irrestricta de anabólicos o drogas causantes de dependencia, para aumentar la resistencia o la capacidad física de individuos expuestos a tareas exhaustivas