Tomar decisiones es un nuevo término para designar una actividad antigua que consiste en reaccionar ante situaciones más o menos inesperadas. Esta actividad tiene relación con los actos reflejos que abundan en nuestro devenir cotidiano y de los que regularmente no tenemos conciencia ni recuerdo. El decidir depende de un gran número de factores conscientes o inconscientes, razonables o irrazonables y cuyo peso en la decisión poco tiene que ver con la calidad de la información contenida en ellos. La decisión tomada de esta manera es asunto personal e inalienable, pertenece a los derechos humanos y no hay padre de familia ni mucho menos computadora que se atreva a cambiarlas. Existen ciertas decisiones que es lícito cuestionar y someter a un análisis científico dada la repercusión que sus resultados pueden tener en los intereses de los demás. Este género de decisiones pertenecen aquellas que se elaboran a nivel técnico o profesional y existe una corriente de opinión que favorece que entre ellas se incluyan las decisiones médicas. De la forma en que la controversia se resuelva dependerá no solamente el valor de aplicar el método científico en su validación y desarrollo sino también en la medida en que la tecnología de las computadoras deba usarse en el auxilio de tales fines.