No obstante los avances y logros de la terapéutica interdisciplinaria en el tratamiento del cáncer, el mejor procedimiento para abatir la mortalidad del cáncer cervico-uterino es la detección de las lesiones premalignas, displasias severas y de las formas iniciales del cáncer, las variedades in situ y microinvasor (etapas clínicas 0 y 1ª). En México, las tasas de mortalidad se han incrementado en los últimos años: de 17.4 x 1,000 en 1974 a 24.1 en 1985, según datos de la Secretaría de Programación y Presupuesto, a pesar de que en esos años se han detectado numerosas displasias severas y carcinomas incipientes. El número de pacientes que acuden con carcinoma invasor a los servicios de cancerología del Sector Salud siguen siendo cerca del 40//de las consultas por todos los cánceres. Por otro lado, desde 1974 en que se lanzó en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) el programa de detección del cáncer cervico-uterino (revisión y papanicolau periódico, de acuerdo con los resultados de los estudios citológicos) y, posteriormente, en 1976, en la Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA), se aceptó que, mientras no se captaran al menos el 60//de las mujeres de alto riesgo por el programa, no se lograría abatir el número de casos en etapas clínicas avanzadas. El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) estableció también su programa de detección de cáncer, aproximadamente en los mismos años. Nuestro programa fue el primero realizado a nivel nacional, en toda América, seguido poco tiempo después, con gran éxito, en Cuba.