Publication year: 2020
CONTEXTO CLÍNICO:
La Enfermedad por el Coronavirus 2019 (COVID–19, por su sigla en inglés Coronavirus Disease 2019) es una enfermedad respiratoria de humanos producida por un nuevo coronavirus identificado con la sigla SARS-CoV-2. El 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaro la COVID-19 como una pandemia. Desde ese momento hasta el 15 de junio su circulación se ha reportado en 205 países reportándose más de 7.800.000 casos y la muerte 430.000 personas. El período de incubación de la infección es de 2 a 14 días. La mayor parte de los contagios se producen persona a persona, siendo altamente transmisible.2 La clínica varía entre cuadros:
1) leves y moderados (80%), con síntomas mínimos hasta neumonía leve; 2) graves (15%), con disnea, hipoxia o >50% de afectación pulmonar en las imágenes, y 3) críticos (5%), con insuficiencia respiratoria, shock o disfunción multiorgánica. Los factores de riesgo de enfermedad severa más importante son la edad avanzada y la presencia de con comorbilidades (diabetes, enfermedad crónica renal, hipertensión, enfermedad cardiaca y enfermedad pulmonar crónica). La tasa de letalidad de los pacientes ingresados a UTI es de alrededor de 50%-60%. Actualmente el tratamiento de la COVID–19 es sintomático y de sostén, no existiendo hasta el momento tratamiento específico curativo, aunque se encuentran en evaluación numerosos tratamientos como hidroxicloroquina (con o sin azitromicina), lopinavir/ritonavir, remdesivir, plasma de convalescientes, tocilizumab. Se postula el uso de ivermectina como tratamiento de pacientes con COVID-19. TECNOLOGÍA:
La ivermectina es un antiparasitario, derivado de la fermentación del Streptomyces overmitilis, utilizado para el tratamiento de oncocercosis, estrongiloidiasis, filariasis y escabiosis. La dosis para el tratamiento de estas afecciones varía entre 150 mcg/Kg y 400 mcg/Kg vía oral por única vez, tomada en ayunas.5 Los eventos adversos oculares, aunque poco frecuentes y en general leves y transitorios, son particulares de esta droga, dentro de los que se incluyen sensación anormal en los ojos, edema papilar, uveítis anterior, conjuntivitis, queratitis, coreorretinitis y coroiditis. La ivermectina se encuentra aprobada por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) para el tratamiento de parasitosis. OBJETIVO:
El objetivo del presente informe es evaluar la evidencia disponible acerca de la eficacia, seguridad y aspectos relacionados a las políticas de cobertura del uso de ivermectina para COVID-19. MÉTODOS:
Se realizó una búsqueda en las principales bases de datos bibliográficas, en buscadores genéricos de internet, y financiadores de salud. Se priorizó la inclusión de revisiones sistemáticas (RS), ensayos clínicos controlados aleatorizados (ECAs), evaluaciones de tecnologías sanitarias (ETS), evaluaciones económicas, guías de práctica clínica (GPC) y recomendaciones de diferentes organizaciones de salud. RESULTADOS:
Se incluyeron un estudio observacional, un estudio in vitro y 13 recomendaciones de sociedades científicas o gubernamentales. CONCLUSIONES:
Evidencia de muy baja calidad, proveniente de un estudio observacional publicado sin revisión por pares y con ciertos cuestionamientos metodológicos (ajuste incompleto y mortalidad inusualmente alta en el grupo control), sugiere que la ivermectina estaría asociada a una reducción considerable de la mortalidad en el subgrupo de pacientes con COVID-19 severo, definida como aquella que requiere oxígeno suplementario a altas concentraciones o asistencia ventilatoria invasiva o no invasiva. Ninguna de las guías o protocolos gubernamentales o de sociedades científicas mencionan o recomiendan el uso de ivermectina para COVID-19. Se encuentran al menos 24 estudios clínicos registrados que están investigando el uso de esta tecnología para esta indicación.