La pandemia por el COVID-19 (acrónimo de la enfermedad por coronavirus en inglés, nombrada así por la organización mundial de la salud) es la crisis de salud global que define nuestro tiempo y el mayor desafío que hemos enfrentado desde la Segunda Guerra Mundial. Desde que su aparición en Asia a finales del año pasado, el virus ha llegado a cada continente. Los países se encuentran en una carrera contra la propagación de la enfermedad, haciendo pruebas y dando tratamiento a los pacientes, rastreando los que tuvieron contacto, limitando los viajes, poniendo en cuarentena a los ciudadanos y cancelando grandes reuniones como los eventos deportivos, los conciertos y las escuelas. La pandemia se está moviendo como una ola, que a medida que avanza ha desbordado sistemas de salud incluso de países de primer mundo, y el impacto en países de renta baja y media como América latina, este último y mayor foco de la pandemia, puede ser devastador Desde la detección del primer caso en El Salvador el 19 de marzo de 2020, según estadísticas oficiales se registran más de 7000 casos confirmados para el 4 de julio y casi un número similar de sospechoso teniendo en cuenta la existencia de un sub registro de casos que podría superar inclusive un 60%, para la fecha de este trabajo la curva de contagios se encuentra en ascenso por lo cual se considera pertinente una revisión sobre los aspectos clínicos y epidemiológicos más relevantes encontrados en la literatura científica publicados hasta ahora, incluyendo algunas intervenciones, que a pesar de reportes iniciales de beneficio no lo han demostrado en estudios subsecuentes. Es importante recalcar que cada día hay nuevos datos, y aunque en muchas ocasiones se ha cuestionado la rigurosidad científica de los mismos, el mejor esfuerzo debe seguirse realizando para proveer los mejores cuidados posibles e intervenciones dirigidas a prevenir o mitigar la propagación del virus, así como las medidas terapéuticas que puedan incidir en la mortalidad especialmente en casos graves y críticos