Es para mí un enorme placer prologar esta obra de Károl Veiga Cabral que ya en su título provoca una interpelación crítica a un modo de hacer (y de estar) característico de las prácticas contemporáneas de atención en salud. Me refiero a la burocratización y la tecnificación — a veces solo pseudo-tecnificación — que el llamado sistema biomédico o modelo médico hegemónico ha ido forjando de forma persistente hasta convertir el trabajo clínico en un remedo deshumanizado de sí mismo: enfermedades y tratamientos personificados junto a pacientes y profesionales cosificados; elogio de la rapidez, el intervencionismo y una supuesta “productividad” (¿formal, de contabilidad, económica, empresarial?); predominio de la homogenización bajo el mandato del protocolo sanitario y la producción a menudo mercantilizada de evidencias científicas. El modelo biomédico mimetiza y se acomoda a los procesos de la “gran fábrica” del capitalismo clásico y, a la vez, a la maximización del rendimiento y del consumo del neoliberalismo contemporáneo. (…) Frente a esto, Károl nos interpela con su propuesta de un horizonte alternativo, basado en la idea de “artesanos de la salud”, el elogio de la lentitud y la participación social. Solo por esa provocación su libro ya merece un elogio, al que hay que sumar una escritura directa, bella, sensible y construida desde la experiencia profesional; un texto que nos recuerda que toda política de la salud debe ser para la vida y no meramente de gestión de la vida. Este libro es, de hecho, el mejor antídoto, el mejor revulsivo, contra la deshumanización de la atención en salud y en salud mental. Es un texto profundamente ético y radicalmente político.