La alarmante situación y la particular dificultad que imprimen las relaciones de pareja violentas justifican la necesidad de incorporar a los hombres en el abordaje de las situaciones particulares. La dificultad que refieren fenómenos como el ciclo de la violencia y la fuerte instauración de mitos sobre el amor romántico y los estereotipos de género, dificultan el proceso de ruptura con parejas que ejercen violencia, no sólo impidiendo o dilatando la denuncia, sino con alto porcentaje de mujeres que decide retomar el vínculo con el agresor a pesar de haberla realizado, y además teniendo en cuenta que los varones aún juzgados y condenados por hechos de violencia, vuelven a formar nuevas pareja y familia, socializando a sus hijos e hijas, en los mismos mandatos. Por lo tanto, para poder abordar la complejidad que implica la problemática de la violencia doméstica, resulta indispensable modificar las lógicas de las intervenciones más allá de los dispositivos preparados para la emergencia, para poder sostener lógicas preventivas, (re)educativas y asistenciales, que se soporten en la cooperación intersectorial para asegurar la continuidad y calidad de las respuestas al problema...(AU)