La vagina constituye un hábitat adecuado para el desarrollo de la microflora bacteriana que existe en dicho órgano. Se encuentra colonizada por flora vaginal normal en las recién nacidas, luego desaparece y en la pubertad se evidencia crecimiento de éstos microorganismos. En las niñas prepúberes existen ciertas condiciones anatómicas y fisiológicas que las predispone a la aparición de vulvovaginitis. En esta investigación se examinó a un grupo de 280 niñas prepúberes que asistieron a escuelas urbanas que pertenecen al área de influencia del Centro de Salud Cipriana Dueñas de la Facultad de Ciencias Médicas, de la ciudad de Quito; se realizó una valoración del estado nutricional, y a las que presentaron síntomas y signos de vulvovaginitis, se les tomó muestra de secreción vaginal para un estudio en fresco, con solución salina e hidróxido de potasio, test de KOH, Gram y culltivo.

A las niñas se las distribuyó en tres grupos:

grupo 1 (desnutridas con vulvovaginitis), grupo 2 controles (niñas sanas) y grupo 3 (eutróficas con vulvovaginitis), el 54,83 por ciento de las niñas no refirieron síntomas de vulvovaginitis, en tanto que los signos que se observaron con mayor frecuencia fueron una combinación de eritema y flujo en el 90,32 por ciento. La prevalencia de vulvovaginitis en todo el grupo fue del 44,93 por ciento, en el grupo 1 fue de 36,90, y las bacterias más frecuentes fueron: Estafilococo epidermidis (35.48 por ciento), Escherichia coli (22,58 por ciento); y en el grupo 3 la prevalencia fue de 36,20 por ciento, las bacterias más comunes fueron: gardnerella vaginalis (30,90 por ciento), estafilococo epidermis (26,76 por ciento) y escherichia coli (16,90 por ciento). Las niñas que estuvieron afectadas por gardnerella vaginalis no presentaron evidencias de contacto sexual...