Vida y muerte violentas: el más grande desafío para la bioética en Colombia

Publication year: 2000

En cuanto a máximos, para nuestros países no basta con el respeto a la autonomía de los individuos, es necesario también el respeto a la autonomía de las comunidades y de las etnias, al territorio que ocupan, donde han afianzado sus raíces hace mucho tiempo y desde donde ofrecen su visión del hombre, del ambiente y del cosmos. En cuanto a mínimos, son los Derechos Hmanos, loq eu deben garantizarse y protegerse por la sociedad, si queremos revivir la letra ahora muerta de la Constitución Nacional y la leyes. Garantizarlos y protegerlos exige adicionalmente, pero desde ya, que recobre legitimidad la administración de justicia, que la impunidad sea la excepción, n la regla, que cada despojo de la vida, la tierra o lo poco que tienen el campesino, el indigena, el negro, sea castigado y se restituya el daño, porque su vida y lo suyo valen como la del soldado, la del vendedor, la del profesional o la del senador y lo de cada cual. Requiere por sobre todo castigar de verdad a quienes hacen fraude con los dineros y los ahorros públicos. Nadie cree en una justicia que, aparte de atrapar pocos, libera al poco tiempo a los ladrones de cuello blanco quienes, además, pasaron "enriquecedores días" en sus casas (mansiones) por carcel, mientras otros se pudren en el hacinamiento de las prisiones "normales".

Y están los mínimos éticos por parte de los actores armados:

respeto por el DIH donde está incluída la Misión Médica

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