Puede negociarse la paz sin incluir la salud. Pero la negociación sería incompleta y la paz inestable. De modo que si se quiere una negociación seria y una paz duradera, la temática de la salud debe estar en un puesto privilegiado de la agenda y de las propuestas concretas. Por descontado que la salud de la que se debe hablar en una mesa de negociaciones debe significar mucho más que la atención de los enfermos y la prevención de las enfermedades. Debe ser del bienestar de un pueblo que padece hace muchos años el continuo malestar de la guerra y la pesadilla de todas sus consecuencias, en el cuerpo y en el alma de cada ciudadano y de toda la sociedad. Y bienestar es vida buena, es satisfacción de necesidades, es acceso a oportunidades y servicios, y es la certeza de poder desarrollar las potencialidades con que se nace y se crece. Se trata entonces de la salud no sólo como asistencia médica sino como derecho social, como política pública, como meta social, como responsabilidad estatal y ciudadana. Para apuntar en esa dirección y para invitar a pensar, a debatir y a trabajar sobre el tema, se han elaborado los materiales contenidos en este documento