La carga de enfermedad se puede definir como la medida de la pérdida de salud que para una población representan las consecuencias mortales y no mortales de las enfermedades y lesiones, esta depende de su frecuencia, de las consecuencias mortales y discapacitantes que origine. La frecuencia de la enfermedad se mide a través de criterios objetivos como la incidencia, prevalencia y mortalidad; la medición de las pérdidas funcionales, desventajas sociales y mortalidad prematura responde más a criterios que dependen de las preferencias individuales y sociales. Debe tenerse en cuenta que la calidad de los registros de datos en la atención de salud repercute directamente en la información sanitaria y el modelamiento de indicadores epidemiológicos, lo cual incide directamente en la elaboración de indicadores sanitarios sintéticos o de resumen, como son los años de vida saludables perdidos (AVISA), indicador que permite integrar la pérdida de años saludables producida por la muerte prematura, la duración y las secuelas de la enfermedad y la discapacidad asociada con los daños. En ese contexto, la estimación de la carga de enfermedad también genera beneficios metodológicos a la institución, obliga a maximizar el uso de la información disponible (Corrección del subregistro y la mala clasificación de las defunciones) favorece la sistematización de información sobre las enfermedades que generalmente se encuentra dispersa. Finalizando el quinquenio 2011-2016 es necesario evaluar el estado de la situación sanitaria institucional, así como determinar las prioridades sanitarias institucionales para el quinquenio 2017-2021. En este sentido, el Seguro Social de Salud, EsSalud, ha desarrollado tres estudios de carga de enfermedad: 2004, 2006 y 2010, y en cada uno de ellos se han incorporado mejoras en la aplicación de la metodología, como el cálculo de un total de 147 grupos diagnósticos para el presente estudio. Es el cuarto estudio en el cual ser ha desarrollado una estimación de los AVISA para las 29 redes asistenciales, lo que permite caracterizar el comportamiento de los AVISA en función de sus componentes años de vida perdidos por muerte prematura (AVP), años vividos con discapacidad (AVD), según grupos de edad, sexo y categorías diagnósticas; esto constituye un insumo importante para la gestión local e institucional.